Hay momentos en los que la mente no para. Pero no para bien.
Momentos en los que el diálogo interno se vuelve un eco constante de juicio, duda, miedo y desvalorización.
Momentos en los que llegas a creer que no mereces nada bueno, que no vas a poder salir de donde estás, que quizás esto es todo lo que hay.
Si estás pasando por uno de esos momentos, este artículo es para ti.
Para recordarte lo que tu mente ha olvidado… pero tu alma aún sabe.
Cuando tu peor enemigo vive dentro
La mente es una herramienta maravillosa, pero cuando no está en equilibrio, puede convertirse en el mayor generador de sufrimiento.
No es que tú seas “mala persona” por pensar así. Es que estás herid@.
Es que estás en un punto de agotamiento emocional tan grande que la mente empieza a distorsionar todo lo que ve.
Y cuando la mente se oscurece, no puedes ver tu luz. Pero eso no significa que no esté ahí.
Esa voz interna no eres tú
Esa voz que te dice que no eres suficiente, que no vas a poder, que no mereces lo bueno… no eres tú.
Es una mezcla de heridas antiguas, miedos aprendidos, experiencias pasadas y creencias limitantes que se han quedado pegadas.
Pero tú no eres tu dolor.
Tú no eres tu historia.
Tú no eres ese pensamiento que te dice que te quedes en la oscuridad.
Todo cambia, incluso esto
Cuando estamos en lo más profundo del pozo, creemos que vamos a estar ahí para siempre. Pero no. Nada es permanente.
Tu tristeza no es tu estado natural. Tu desesperanza no es eterna. Tu dolor tampoco.
Incluso si no ves la salida ahora, eso no significa que no exista.
Significa que estás en medio del túnel. Y en los túneles, la luz se ve al final, no al principio.
Algunas verdades que quiero recordarte hoy:
Tu valor no depende de cómo te sientas ahora.
Puedes estar sintiéndote mal, y aún así, seguir siendo valioso/a.
Tú no eres tus pensamientos.
Puedes observarlos y no creértelos todos. No son la verdad. Solo son historias.
Mereces cosas buenas. Aunque no lo creas, aunque no lo sientas.
Tu merecimiento no se gana. Es inherente.
Estás más cerca de salir de lo que crees.
Muchas veces, justo antes de rendirnos… algo empieza a moverse.
No estás sol@.
Aunque sientas que nadie te entiende, hay más corazones como el tuyo. Y si estás leyendo esto, ya estás siendo sostenido por uno.
¿Qué puedes hacer cuando no puedes hacer nada?
Respira. Vuelve al cuerpo. Una inhalación consciente puede ser el primer paso fuera del abismo.
Escríbelo. Sácalo. No lo guardes más. A veces solo necesitas vaciar la mente para escuchar al alma.
Rodéate de luz. Busca aunque sea una persona, una frase, un sonido que te conecte con algo más alto.
Pide ayuda. No es señal de debilidad. Es acto de valentía y amor propio.
No estás rot@. Estás en proceso.
Estás en una etapa de tu transformación.
Y aunque ahora parezca una muerte interna, en realidad estás siendo reconfigurad@.
Puede que no lo veas aún, pero estás siendo preparad@ para florecer.
Y te prometo que un día mirarás atrás y entenderás por qué tenía que ser así.
Tu oscuridad no te define
A quienes hoy están sintiendo que no pueden más:
Aguanta un poquito más.
Permítete no tener respuestas.
Solo sigue respirando.
Sigue leyendo palabras que te recuerden tu verdad.
Y sobre todo: no creas todo lo que tu mente te dice cuando estás triste.
Porque tú eres mucho más que un mal momento.
Tú eres vida.
Y la vida… siempre vuelve a abrirse paso.
Con mucha luz, Vane