• Inicio
  • Blog
  • El que no tiene miedo a perder… es verdaderamente libre
El que no tiene miedo a perder… es verdaderamente libre

El que no tiene miedo a perder… es verdaderamente libre

Vivimos en una sociedad que nos enseña a acumular: cosas, relaciones, logros, títulos, seguidores, momentos. Y cuando algo entra en nuestra vida —una persona, una oportunidad, una meta alcanzada—, inmediatamente aparece el temor de que eso que hemos conseguido se nos escape entre las manos. Nos han condicionado para creer que perder es fracasar, que dejar ir es rendirse, y que soltar significa perder.

Pero… ¿y si fuera al revés?
¿Y si la verdadera libertad solo se alcanza cuando ya no tenemos miedo de perder?

¿De dónde nace el miedo a perder?

El miedo a perder está profundamente arraigado en nuestras primeras experiencias. Desde niños, experimentamos pérdida: de afecto, de atención, de pertenencia. Si alguna vez sentimos que al portarnos “mal” perdíamos el amor de mamá, que al equivocarnos perdíamos aprobación, o que al no cumplir con ciertas expectativas perdíamos confianza… entonces se instala la idea de que perder equivale a dejar de ser amados, válidos o suficientes.

Ese patrón emocional se convierte en adulto en una lucha por retener: retener relaciones, trabajos, imagen, control, poder, comodidad. Y en ese intento, muchas veces sacrificamos lo más valioso que tenemos: nuestra paz interior y nuestra libertad.

¿Qué pasa cuando ya no tienes miedo a perder?

Cuando dejas de temer perder, te das cuenta de que no tienes que retener nada para ser tú. Que quien realmente es parte de tu camino no necesita cadenas, que lo que es para ti no necesita presión, y que todo lo que se va, deja espacio a lo nuevo.

No tener miedo a perder no es indiferencia, es confianza.
Confianza en ti, en la vida, en que no necesitas que nada sea permanente para que sea valioso.
Confianza en que, aunque algo termine, tú no te rompes. Te transformas.

¿Y si perder no fuera el fin, sino el inicio?

Perder nos obliga a soltar, a replantear, a redibujar el mapa de nuestras certezas.
Y eso, aunque duela, es libertad. Porque nos obliga a estar en el presente, a desapegarnos de lo que creemos que “debería ser”, y a vivir desde un lugar mucho más auténtico y liviano.

Quizá el secreto no está en evitar perder, sino en aceptar que la pérdida es parte del camino.

Y en ese acto de aceptación, descubrimos que lo que nunca se pierde es aquello que realmente somos.

Con mucho amor, Vane


Te puede interesar
Cerrar X