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El verdadero trabajo con el péndulo no es preguntar, es alinearte

El verdadero trabajo con el péndulo no es preguntar, es alinearte

Muchas personas que comienzan a usar el péndulo se enfocan en aprender a hacer las preguntas correctas, en practicar los movimientos, o en encontrar la herramienta “perfecta”. Y aunque todo eso es útil, hay algo mucho más importante que casi nadie enseña: tu estado interno.

El péndulo no funciona como un oráculo externo que responde preguntas mágicamente. Tampoco es él quien sabe las respuestas. En realidad, el péndulo solo amplifica lo que tú ya estás percibiendo a nivel inconsciente, energético y vibracional. Por eso, el verdadero trabajo no empieza cuando preguntas, sino cuando te alineas.

Si estás tenso, ansioso, con la mente dispersa o esperando desesperadamente una respuesta específica… lo más probable es que el péndulo no se mueva, o lo haga de forma errática. ¿Por qué? Porque tu energía está en caos, y el péndulo solo refleja ese caos. En cambio, cuando estás en calma, presente y abierto a la verdad, el movimiento fluye con claridad. Esa es la clave: entrar en un estado de neutralidad.

Este estado, que muchos llaman “punto cero”, no es algo místico ni complicado. Es simplemente un espacio interno en el que respiras, sueltas el control, y te conectas con tu corazón. Cuando estás en punto cero, no estás tratando de forzar una respuesta, ni esperando una en concreto. Estás simplemente disponible para recibir lo que sea que tu supraconsciente tenga para mostrarte.

Trabajar desde esta coherencia energética lo cambia todo. No se trata de manipular el movimiento del péndulo, ni de buscar certezas externas. Se trata de escuchar desde dentro, con humildad y claridad.

Así que si alguna vez sientes que el péndulo “no funciona”, no corras a cambiar de herramienta. Cierra los ojos, respira profundo y pregúntate con honestidad:
¿Estoy en mi centro? ¿Estoy en paz? ¿Estoy realmente disponible para escuchar la verdad, sea cual sea?

Porque ahí está el verdadero arte de trabajar con el péndulo: no en la pregunta, sino en quién eres tú cuando la haces.


Espero te sirva, Vane


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