• Inicio
  • Blog
  • La limpieza energética más poderosa empieza con una decisión interna
La limpieza energética más poderosa empieza con una decisión interna

La limpieza energética más poderosa empieza con una decisión interna

Cada vez más personas sienten la necesidad de hacerse una limpieza energética.

Cada día escucho frases como “me siento muy cargada”, “necesito una limpieza urgente”, “me voy a pasar un palo santo” o “voy a darme un baño con sal para sacarme todo esto de encima”.

Y sí, en muchas ocasiones sentimos que arrastramos pesos que no son nuestros, que nuestro cuerpo está denso, que la mente va demasiado rápido y que el alma está pidiendo alivio.

Sin embargo, lo que pocas veces nos preguntamos es desde dónde estamos haciendo esa limpieza. ¿La estamos haciendo desde una verdadera toma de consciencia… o desde una reacción automática ante el malestar?

Limpiarse energéticamente puede ser un acto profundo de amor o una manera más de evitar ver lo que verdaderamente está ocurriendo dentro. Porque cuando usamos estos rituales para "quitarnos de encima" el malestar sin mirar lo que lo está generando, lo que estamos haciendo es intentar tapar con humo lo que nos grita desde el fondo. Nos pasamos el incienso, la salvia o el cristal como si fuera una pastilla mágica, esperando que con eso desaparezca la incomodidad… sin revisar por qué estamos tan sobrecargadas en primer lugar.

Quizás esa energía que sentimos tan densa no viene solo de fuera, sino de dentro.

Quizás estamos permitiendo relaciones que nos drenan, cargando responsabilidades que no nos corresponden, evitando poner un límite que ya es urgente, ignorando emociones que están pidiendo ser escuchadas o, simplemente, estamos agotadas de sostener una versión de nosotras mismas que ya no vibra con lo que somos hoy.

Y si no nos damos el espacio para mirar eso con sinceridad, por más ritual que hagamos, la energía densa volverá. No porque el palo santo no funcione, sino porque no estamos acompañando el ritual con una decisión interna de transformación.

Pasarse un incienso sin intención es como darse una ducha sin agua: el gesto está, pero la limpieza no llega a lo profundo. La energía responde a nuestra presencia, no solo al movimiento exterior.

Por eso, una limpieza energética que no viene acompañada de consciencia es apenas un alivio momentáneo. Puede calmar por unas horas, pero no resuelve. Y eso, con el tiempo, nos puede llevar a depender cada vez más de limpiezas externas en lugar de recuperar el poder de revisar nuestro mundo interno.

Quizás lo que realmente necesitas no es otra limpieza, sino parar y preguntarte:

¿qué parte de mi vida necesita un cierre?, ¿qué estoy permitiendo que ya no me hace bien?, ¿qué me estoy tragando que no me atrevo a decir?, ¿a quién o a qué le estoy entregando mi energía sin darme cuenta?

Porque ahí empieza la verdadera alquimia. No cuando prendes una vela, sino cuando decides encender tu verdad. No cuando te sumerges en agua con sal, sino cuando decides soltar la carga emocional que llevas en silencio. No cuando pasas humo por tu campo áurico, sino cuando dices por fin “basta”.

La limpieza energética más poderosa no empieza con el ritual, sino con una decisión. La decisión de mirarte, de escucharte, de cuidarte desde adentro. Y luego sí, haces el baño, enciendes el incienso, te rodeas de cristales. Pero ahora lo haces con sentido, con propósito, con presencia. No para evitarte, sino para volver a ti.

La próxima vez que sientas que necesitas una limpieza energética, no te niegues ese regalo. Hazlo.

Pero antes de hacerlo, pregúntate con honestidad:

¿desde dónde lo estoy haciendo? ¿Desde el deseo de estar más presente en mi vida, o desde las ganas de salir corriendo de lo que siento?

Y si eliges quedarte, sostenerte, mirar… entonces sí: limpia.

Pero esta vez, que sea desde el alma. Porque cuando te limpias desde la verdad, la energía no solo se libera: se transforma.


Con Cariño, Vane


Te puede interesar
Cerrar X