¿Alguna vez te has preguntado por qué durante siglos se ha intentado silenciar, oprimir y castigar la voz de las mujeres?
La historia nos muestra que no fue por debilidad. Fue por miedo. Miedo al poder que llevamos dentro.
Durante la época de la Inquisición, bajo la excusa de "proteger la fe" o castigar a las “herejes”, se llevó a cabo una de las mayores persecuciones espirituales contra la mujer. Miles de mujeres fueron torturadas, humilladas, quemadas en plazas públicas, solo por practicar lo que hoy entendemos como saber ancestral: usar hierbas para sanar, asistir partos, leer los ciclos de la luna, sentir con el cuerpo, tener visiones o escuchar su intuición.
No era brujería, era sabiduría. Era medicina femenina.
Lo que realmente incomodaba a los sistemas patriarcales de la época no era el poder “oscuro” de estas mujeres, sino su luz. Su conexión profunda con la naturaleza, con la Tierra, con los ritmos del universo. Su capacidad de sanar con solo mirar, abrazar, cantar o tocar. Su manera de comprender la vida desde lo invisible, lo cíclico, lo sutil.
La Inquisición no solo buscaba eliminar prácticas, buscaba apagar una frecuencia. Una forma de estar en el mundo. Y esa frecuencia era femenina. Sabían que si una mujer se reconoce poderosa, intuitiva, cíclica y conectada, no hay sistema que pueda dominarla.
Porque el verdadero poder de la mujer no se mide en fuerza bruta, sino en su capacidad de transformación.
Las mujeres somos cíclicas. Y ahí está uno de nuestros mayores dones.
Cada mes vivimos cuatro fases, como las estaciones, como la luna:
🌑 Fase menstrual – invierno interior: es la etapa del recogimiento, de la intuición pura, del contacto con lo divino.
🌒 Fase preovulatoria – primavera interna: brota la energía, la creatividad, la claridad mental.
🌕 Fase ovulatoria – verano interno: expansión, magnetismo, conexión con el mundo, la gran madre que sostiene.
🌘 Fase premenstrual – otoño interno: introspección, claridad emocional, intuición aguda, verdad interna.
Cada fase es un portal.Y juntas forman un mapa de sabiduría interior al que solo nosotras podemos acceder.
Esto era lo que querían apagar. Este conocimiento sagrado, vivo en el cuerpo de cada mujer. Nos desconectaron de nuestros ciclos para desconectarnos de nuestro poder. Nos enseñaron a tenerle miedo a nuestra sangre, a ocultar nuestra intuición, a reprimir nuestras emociones, a desconfiar unas de otras.
Pero esa sabiduría sigue viva. Está en tu útero, aunque no sangres. Está en tu cuerpo, aunque te hayan dicho que no sirve. Está en tu intuición, aunque la hayas callado.
Hoy, más que nunca, es tiempo de recordar. De mirar hacia adentro. De dejar de silenciar lo que eres. Y de volver a caminar juntas como lo hacían nuestras ancestras, honrando nuestra cíclica y poderosa esencia.
Porque cuando una mujer recuerda su poder, miles a su alrededor empiezan también a despertar.
Espero te inspire...Vane