Cuando hablamos de larvas o parásitos astrales, no nos referimos a entidades de ciencia ficción, ni a seres “malignos” en el sentido tradicional. Son formas energéticas de baja vibración que habitan en planos sutiles y que pueden adherirse a nuestro cuerpo energético o incluso ser generadas desde nuestro propio campo.
¿Qué son realmente?
Las larvas y parásitos astrales son energías densas, creadas por emociones negativas sostenidas, pensamientos recurrentes de baja vibración o incluso ambientes y situaciones donde predomina el miedo, el dolor, la culpa, la ira o la tristeza no expresada. Son residuos energéticos que cobran cierta forma o conciencia en planos sutiles.
Estas energías no son “malas” por naturaleza. Solo son el reflejo energético de una vibración densa, y como todo en el universo, responden a la Ley de Atracción: lo semejante atrae a lo semejante.
¿Se nos pegan o las generamos?
Ambas. Algunas veces estas formas se adhieren a nosotros desde el exterior —especialmente en lugares cargados, con mucha gente, en hospitales, funerales o entornos de mucho sufrimiento emocional—, y otras veces las generamos nosotros mismos, cuando sostenemos emociones y pensamientos que nos desconectan de nuestro centro.
Esto ocurre porque nuestro cuerpo energético es como un campo magnético. Si nuestra energía está densa o en desequilibrio, se vuelve compatible con energías similares. Por eso, se nos “pegan” o “alimentamos” formas energéticas que se nutren de nuestra baja frecuencia.
¿Cómo evitar su presencia?
La clave no está en el miedo, ni en las protecciones obsesivas. La verdadera protección nace de la vibración que sostenemos. Y aunque esto no significa estar siempre “felices” o “positivos”, sí implica mantener un camino consciente de observación, limpieza emocional y trabajo interior.
Somos humanos. Nuestra vida emocional es una montaña rusa, y es natural tener días de bajón, de tristeza o enfado. Pero cuanto más conscientes somos de estas emociones y las gestionamos en presente, menos compatibilidad tenemos con esas energías densas.
¿Cómo subir nuestra vibración?
Observando nuestras emociones sin juzgarlas.
Expresando lo que sentimos de forma sana y amorosa.
Rodeándonos de entornos que nos nutran.
Prácticas como la meditación, el reiki, la respiración consciente, los baños de sal, la naturaleza o la música armonizadora.
Desarrollando un pensamiento consciente y amoroso hacia nosotros mismos.
La limpieza energética es importante, pero más importante es el cultivo diario de una vibración consciente, porque esa será siempre nuestra mejor barrera.
Good vibes, Vane